Por: Fernando Gallardo
Cada año se forman unas 250 mil empresas en el país, según cifras del INEI, pero más de la mitad dejan de funcionar el primer año. Una de las razones de esta situación es la ansiedad de los emprendedores por conseguir que su negocio sea rentable, pues más del 50% quiere vivir de su negocio, pero olvidan que los emprendimientos empiezan a dar frutos luego de dos o tres años.
Con esto no quiero decir que los emprendedores deban acostumbrarse a las pérdidas, pero sí hay que tener paciencia. La idea de negocio debe responder a una necesidad insatisfecha y ser innovadora.
Luego habrá que preguntarse si esta idea tiene una base tecnológica (Startup) o más bien tradicional (productos de consumo), pues en el primer caso se puede trabajar de forma más ágil gracias a la tecnología. Por ejemplo, si vendo comida por delivery a través de una aplicación, puedo probar el servicio sin necesidad de terminarlo. Basta un menú pequeño, un número específico de puntos para repartir y listo. El ensayo y error funciona muy bien en estos casos.
Con un negocio más tradicional, como un nuevo producto de consumo, el planeamiento se vuelve más lento: hay que tratar de estimar el interés y la demanda potencial del producto.
Conocer al mercado es vital para saber si vamos por buen camino. No es necesario realizar un estudio de mercado porque la tecnología hoy nos provee de encuestas gratuitas, aplicaciones para medir la satisfacción, bases de datos e infinidad de herramientas que nos ayuden a conocer a nuestros clientes.
Piensa como inversionista
En el Hub de innovación del Open Pucp siempre les decimos a los alumnos que es vital pensar cómo inversionista: ¿Cuánto necesito vender para generar rentabilidad?, ¿Cuál es el valor de mi producto o servicio?, ¿cuándo y en qué tiempo recuperaré mi inversión? Son preguntas claves para conseguir financiamiento y crecer. Por supuesto, hay que contar con un plan de negocios y un plan financiero.
Cuando esté seguro de mi mercado y de los números que necesito para triunfar hay que establecer el mejor despliegue comercial para llegar al usuario. La tecnología reduce los costos del marketing y nos permite una retroalimentación constante con el usuario.
No nos olvidemos de las personas que integran las empresas. Pueden compartir nuestra visión y ser muy capaces, pero también debemos capacitarlas cada tanto, escuchar sus ideas y ponerlas en marcha. Generar en ellas el valor de marca que nos hará crecer.
El exceso de creatividad también juega malas pasadas. Hay emprendedores que quieren innovar todo el tiempo, pero si lo hacemos muy rápido el producto o servicio no tendrá una posición consistente. Lo mejor es ir de a pocos, innovar de acuerdo con lo que pide el cliente. Y lo más importante: no perderlo de vista jamás.
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