Product Owner de tu propia vida
Introducción
Se suele afirmar que, para ser un buen Product Owner, es imprescindible dominar Scrum, y que el conocimiento del negocio no basta por sí solo. También se dice que este rol actúa como el nexo que unifica todas las perspectivas en una única visión de producto. Aunque estas ideas encierran mucha verdad, la esencia del Product Owner radica, en última instancia, en su capacidad para tomar decisiones estratégicas. Y es que, como bien se dice, las decisiones marcan el futuro.
En nuestro día a día, tomamos innumerables decisiones: qué ropa vestir, qué ruta tomar hacia el trabajo, qué almorzar o qué música escuchar. Solemos abordarlas con relativa confianza, porque conocemos bien el «producto» que gestionamos: nosotros mismos. Nuestro cuerpo, nuestra rutina, nuestras preferencias. Una elección poco acertada hoy —como una comida poco saludable— puede corregirse mañana con hábitos más sanos. El impacto de estas microdecisiones es, por lo general, manejable, algo que en el mundo ágil asociaríamos a la iteración y la retroalimentación constante.
Stakeholders personales y backlog de vida
Sin embargo, nuestra vida no transcurre en aislamiento. Estamos inmersos en un ecosistema de relaciones que influye constantemente en nuestras decisiones. Padres, parejas, hijos, amistades, colegas… todos ellos son nuestros “stakeholders”. Sus consejos, aunque valiosos, no siempre se alinean con nuestras propias prioridades. Y ahí es donde debemos ejercer un rol crítico: discernir qué feedback incorporar y cuál descartar.
Como Product Owners de nuestra propia vida, nos corresponde priorizar lo que realmente aporta valor a nuestro «backlog vital«, descartando lo accesorio o lo que responde únicamente a expectativas ajenas. Esta habilidad —saber filtrar— es central tanto para la gestión de productos como para nuestra realización personal.
Proyectos vitales y roadmap existencial
Cada uno de nosotros gestiona, a diario, una cartera diversa de “proyectos”: mejorar la salud, obtener un ascenso, aprender un nuevo idioma, viajar a un país soñado. Todos estos proyectos tienen un ciclo de vida claro: un inicio, un desarrollo y un cierre. Todos persiguen un propósito y están íntimamente ligados al producto más importante que jamás gestionaremos: nuestra propia vida.
Al igual que en la gestión de un roadmap de producto, debemos definir qué iniciativas emprender, en qué orden y con qué nivel de enfoque. Elegir mal puede hacernos perder tiempo y energía. Elegir bien, en cambio, puede acercarnos a un estado de bienestar sostenido. Y en ese ejercicio, no hay manual definitivo: solo brújulas personales.
La valentía del Product Owner cotidiano
Así como el Product Owner en un equipo ágil debe defender su visión ante múltiples intereses, nosotros también debemos sostener nuestras decisiones personales frente a un mundo lleno de opiniones. Nos enfrentamos a la complejidad, a la incertidumbre, a la crítica. Y aun así, decidimos. Priorizamos. Iteramos.
A diferencia de los proyectos de desarrollo de software, nuestra vida no tiene un backlog cerrado ni una fecha de lanzamiento. Gestionaremos miles de iniciativas y decisiones en el camino. Algunas acertadas, otras no tanto. Pero siempre con la posibilidad de aprender, ajustar y continuar.
Porque este producto —nuestra vida— no deja espacio para lamentos, sino para la acción y la mejora continua.
¿Qué decisiones tomarás hoy para construir el producto más importante que gestionas?
¿Y tú? ¿Estás ejerciendo tu rol de Product Owner en tu propia vida? Comparte tu experiencia con nosotros en los comentarios.
Autor: Alvaro Cano-Alva, Docente de PIBOX.